¿Movimiento honesto o interacción digital?

Siempre efímeras. Sucede en un instante y se esfuma dejando una impresión que queda en quien lo especta. La danza es un arte que juega con el tiempo, pero por más que se repita la misma secuencia de movimiento, nunca será igual.
Antes del video, era una ardua tarea documentar coreografías para la posteridad.
Sin embargo, la llegada de la audio visualidad junto con las redes sociales, facilitó el registro del
contenido dancístico.

Por más que esto sea una gran herramienta para la difusión del trabajo de cada bailarín, tiene sus contrapartes. Es bien sabido que en las plataformas, como Instagram, no todo lo que se observa es la realidad de los individuos.
Para la danza, la honestidad en el movimiento y propuestas es un factor clave en el desarrollo de este arte; sin embargo, la búsqueda de un gran público y de la recompensa por parte de quien observa, es una gran piedra en el camino.
El dilema al que los bailarines se enfrentan hoy día es este: encontrar una esencia real en su trabajo y quehacer artístico, pero necesitar de gustar a los espectadores para trascender y sobrevivir en la jungla que es la realidad en que viven. Así que, ¿qué pesa más?

